Una pieza de ámbar encontrada en el báltico hace más de un siglo sigue dando material de estudio. Es la flor más grande que se conserva en ámbar y es tres veces mayor a la mayoría de las otras que se conocen.
Se encontró en el Mar Báltico y la clasificación que se hizo en ese entonces sigue generando dudas. Esta pieza podría ayudar a comprender mejor a los seres vivos de hace poco menos de 40 millones de años.
Una gran flor en un pequeño contenedor
La flor mide aproximadamente 3 centímetros de diámetro. Tanto la flor como su polen se han conservado dentro del ámbar entre 38 y 34 millones de años.
Hace 150 años se le clasificó como Stewartia, un género de 22 especies de fanerógamas que pertenece a la familia del Té (Theaceae). Recientemente un equipo de científicos del Museo für Naturkunde de Berlín y la Universidad de Viena decidieron estudiarla.
Las muestras de flores que se conservan en ámbar suelen ser mucho más pequeñas. Esta proviene del bosque de ámbar Báltico y puede ayudar a comprender mejor el clima de épocas remotas en nuestro planeta.
Cerca de la ciudad rusa de Kaliningrado se encuentra el mayor depósito de ámbar del mundo. Esto es en la costa del Mar Báltico.Las inclusiones en ámbar permiten observar animales y plantas de hace millones de años con un gran detalle.
Las inclusiones de plantas en ámbar son poco comunes y de gran valor científico. Gracias a ellas se puede conocer la flora de otras épocas para comprender mejor la forma en que interactuaban los seres vivos.
Los otros fragmentos de flores que se conocen en ámbar miden apenas unos milímetros. Difícilmente superan 1 centímetro. Se desconoce la razón para que el proceso de conservación en ámbar limite el tamaño.
Se sugiere que esta limitación depende de la tensión superficial de la resina y la viscosidad. Probablemente, los órganos vegetales pequeños sean más fáciles de retener que los grandes. En el caso de esta pieza los investigadores encontraron una flor grande y en muy buenas condiciones.
“Es muy excepcional encontrar una flor tan grande en ámbar, con los estambres en el punto perfecto de estar solo abierto para liberar su polen mientras la flor era retenida por resina”, explica en un comunicado la Doctora Eva María Sadowski del Museo für Naturkunde.
Para el estudio se raspó el polen de la pieza de ámbar con un bisturí. Después los científicos usaron un microscopio electrónico de barrido para analizar los granos que se obtuvieron.
“Solo un aumento extremadamente alto nos permite ver los detalles morfológicos de los granos de polen que son de solo unos pocos micrómetros de tamaño”, describe la Doctora Christa Charlotte Hofmann de la Universidad de Viena.
El análisis que realizaron las doctoras Sadowski y Hoffman reveló que la clasificación anterior no era adecuada. Las características del polen permiten clasificar a la flor como miembro asiático del género Symplocaceae. A este género pertenecen árboles y arbustos, de algunos de ellos se extrae la stevia.
Durante la época a la que pertenece ésta flor que se conservó en ámbar el clima de Europa era distinto. Las lluvias eran más comunes y la temperatura más cálida. En esas condiciones prosperaron miembros de la familia de las hayas y las coníferas. El ecosistema era diverso e incluía pantanos costeros, turberas y bosques mixtos.
“Este nuevo conocimiento nos ayuda a obtener una visión más profunda de los bosques de la historia de la Tierra y a entender su evolución en el tiempo y el espacio”, comenta la Doctora Sadowski, quien describe a la flor como una pieza de rompecabezas para descifrar la flora del bosque de ámbar y entender el clima del pasado.
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