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Un nuevo modelo permite equilibrar la protección de plantas raras y el desarrollo minero




Investigadores de la Universidad Estatal de Utah están trazando estrategias que permitan equilibrar la incipiente demanda de proyectos de desarrollo minero y energético en la meseta del Colorado y la supervivencia de las poblaciones de plantas raras de la zona.

En un artículo publicado en la revista Land, los científicos explican que las vastas extensiones desérticas del sureste de Utah y el suroeste de Colorado albergan plantas raras como el milkvetch, el beardtongue penstemon y el sclerocactus, que consiguen sobrevivir en las condiciones ambientales más duras y, por tanto, son una especie de milagro ecológico.

Para garantizar que al menos el 30% de estas especies de plantas puedan protegerse de modo que sus respectivas comunidades puedan conservar el potencial de supervivencia a largo plazo, el equipo de investigación desarrolló un nuevo método para modelizar cómo se distribuyen las plantas raras por la meseta del Colorado, un método que incluye estrategias para estructurar los proyectos energéticos de modo que se optimice el uso del espacio para minimizar su impacto. El modelo no funciona en un vacío ecológico, sino que tiene en cuenta factores como la propiedad de la tierra, el potencial de extracción de energía en un lugar y la biodiversidad.


“La clave para encontrar soluciones viables en este tipo de circunstancias es pensar como un ecologista y como un promotor energético, y trabajar dentro de ese espacio”, afirma Thomas Edwards, coautor del estudio, en un comunicado de prensa. “Los marcos de planificación de la conservación no siempre incorporan factores limitantes del mundo real, como las consideraciones financieras, el riesgo empresarial y la propiedad de la tierra. Pero esas consideraciones son esenciales para encontrar soluciones viables. Las estrategias basadas en la realidad exigen tener en cuenta todas estas cosas”.

En su opinión y en la de sus colegas, es importante utilizar el espacio con prudencia y comprender que ninguna solución puede satisfacer por completo los objetivos tanto de conservación de las plantas como de extracción de energía. Sin embargo, cuando existe un conflicto directo, su modelo puede ayudar a los gestores del territorio a encontrar un cierto equilibrio.

El equipo identificó y cartografió lugares concretos en los que las medidas de conservación para proteger las comunidades vegetales serían más rentables. Encontraron el número mínimo de lugares necesarios para cubrir el 30% de cada especie con el menor coste financiero para los promotores. Al optimizar y minimizar el número de unidades de terreno destinadas a la conservación, pudieron abrir más zonas al desarrollo y la exploración energética.

Este planteamiento podría obligar a los promotores a desplazar las carreteras previstas, construir alrededor de determinadas zonas protegidas o perforar horizontalmente en algunos lugares para proteger un emplazamiento de alta prioridad, con algún coste adicional. Pero el modelo reconoce que el desarrollo energético de la zona se dirige hacia lo inevitable y se adapta a ello.

“No es un escenario perfecto”, dijo Edwards, “pero este enfoque ofrece oportunidades para el mejor de los casos dada la realidad de las circunstancias”.Investigadores de la Universidad Estatal de Utah están trazando estrategias que permitan equilibrar la incipiente demanda de proyectos de desarrollo minero y energético en la meseta del Colorado y la supervivencia de las poblaciones de plantas raras de la zona.

En un artículo publicado en la revista Land, los científicos explican que las vastas extensiones desérticas del sureste de Utah y el suroeste de Colorado albergan plantas raras como el milkvetch, el beardtongue penstemon y el sclerocactus, que consiguen sobrevivir en las condiciones ambientales más duras y, por tanto, son una especie de milagro ecológico.

Para garantizar que al menos el 30% de estas especies de plantas puedan protegerse de modo que sus respectivas comunidades puedan conservar el potencial de supervivencia a largo plazo, el equipo de investigación desarrolló un nuevo método para modelizar cómo se distribuyen las plantas raras por la meseta del Colorado, un método que incluye estrategias para estructurar los proyectos energéticos de modo que se optimice el uso del espacio para minimizar su impacto. El modelo no funciona en un vacío ecológico, sino que tiene en cuenta factores como la propiedad de la tierra, el potencial de extracción de energía en un lugar y la biodiversidad.


“La clave para encontrar soluciones viables en este tipo de circunstancias es pensar como un ecologista y como un promotor energético, y trabajar dentro de ese espacio”, afirma Thomas Edwards, coautor del estudio, en un comunicado de prensa. “Los marcos de planificación de la conservación no siempre incorporan factores limitantes del mundo real, como las consideraciones financieras, el riesgo empresarial y la propiedad de la tierra. Pero esas consideraciones son esenciales para encontrar soluciones viables. Las estrategias basadas en la realidad exigen tener en cuenta todas estas cosas”.

En su opinión y en la de sus colegas, es importante utilizar el espacio con prudencia y comprender que ninguna solución puede satisfacer por completo los objetivos tanto de conservación de las plantas como de extracción de energía. Sin embargo, cuando existe un conflicto directo, su modelo puede ayudar a los gestores del territorio a encontrar un cierto equilibrio.

El equipo identificó y cartografió lugares concretos en los que las medidas de conservación para proteger las comunidades vegetales serían más rentables. Encontraron el número mínimo de lugares necesarios para cubrir el 30% de cada especie con el menor coste financiero para los promotores. Al optimizar y minimizar el número de unidades de terreno destinadas a la conservación, pudieron abrir más zonas al desarrollo y la exploración energética.

Este planteamiento podría obligar a los promotores a desplazar las carreteras previstas, construir alrededor de determinadas zonas protegidas o perforar horizontalmente en algunos lugares para proteger un emplazamiento de alta prioridad, con algún coste adicional. Pero el modelo reconoce que el desarrollo energético de la zona se dirige hacia lo inevitable y se adapta a ello.

“No es un escenario perfecto”, dijo Edwards, “pero este enfoque ofrece oportunidades para el mejor de los casos dada la realidad de las circunstancias”.
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